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ISSN 1989-4163

NUMERO 86 - OCTUBRE 2017

Evohé

Julio Soler

Capítulo 68 de Rayuela. Evohé. Todo empieza con el sonido de un gong, de esos de los de antes y a partir de ahora de los de siempre. Busco a una dueña que gima con onomatopeyas de amor. Hendida de sueño y atendida por una suerte de espuma de mar bravío y a ser posible sobre la meseta de un acantilado o a lo mejor un plan B, tendida sobre el escenario de guerra cruenta esmeralda entre musgos, helechos y líquenes de un bosque ataigado. Encantado o no. Con haches mudas o intercaladas. Oh, yeah, Evohé.

-¿Sabe de qué hablo,  señor Barman de Irma la Dulce?

-Pues no, por eso le sigo.

-No es lo mismo seguir que perseguir.

-¿Entonces qué quiere?

-Que sea mi Pepito Grillo con toques de celestino o trotabares y me ayude a buscar y sobre todo a encontrar a mi dueña y que lleve siempre ese uniforme combinado en blanco y negro. Da tanta seguridad.

Acabada la reverberación largamente sostenida del gong, un bosque ataigado se asomaba tras la absoluta normalidad de atravesar un puente de fina mampostería con su estribo y su arco, que sorteaba siete ríos que confluyen desembocando en ellos mismos en ansiado éxtasis. Ya se atisbaban onomatopeyas inquietantes pero aclaradoras. De sus nidos camuflados emergían sonidos silvestres. Yield, trunk, tras, leings, strags, burrum, flus, fles y flas. Ningún rastro de h muda o intercalada. ¿Estaría ella cerca o lejos? ¿Seguiría dormida ¿Se rendirían las onomatopeyas de amor ante nuevas palabras que las desarmaran? Había en ese instante que ponerse gafas. Las cosas no se explican, se complican.

-Como camarero, barman  y Pepito Grillo suyo, aparte de avituallarle en la búsqueda con un magnífico cóctel Manhattan elaborado en los alambiques de una destilería de Canal Street que llevo en mi alforja refrigerada, me veo en la obligación de hacerle la siguiente pregunta: ¿Por qué lleva gafas sin cristal?

-Para no ver. Yo soy más de intuir… Por allí. Mire, Dersu Uzala el cazador de la taiga, algo nos dirá.

-Hola, buenos días ¿Tan pronto bebiendo ustedes? A mí, mi señorito Kurosawa no me deja hacerlo hasta que el crepúsculo secciona en dos el día y la noche y deja que el rayo verde dirima y decida qué es más largo ¿Lo diurno o lo nocturno? Yo me inclino por esto último. Con un buen fuego iluminado y con unos buenos tragos duros, las chispas te ayudan a explorar y analizar. Como creo o me suena que digo en la película, sé distinguir en las pisadas la huella del tiempo. Los que pisan con la punta del pie, son jóvenes, esplendorosos y fulgurantes. Los que pisan con el talón son viejos, mates y opacos. Ayer advertí un sendero colmado de huellas jóvenes, esplendorosas y fulgurantes. Pisadas con la punta en forma de haches mudas e intercaladas que se dirigían al final del bosque ataigado que a su vez  conduce al borde de  la meseta del acantilado, por supuesto bañado por una suerte de espuma de mar bravío. Color blanco perla amatista salitroso la espuma, si no recuerdo mal. Piensen que mis huellas son ya viejas, mates y opacas y a veces el saco de mi memoria va perdiendo peso aunque no deja de lastrarme. Sí, en la segunda parte de la película me quedo ciego.

-Gracias y saludos al maestro Kurosawa. Nunca olvidaré el caos de Ran.

Poco a poco, con la claridad y la brisa marina, me daba cuenta que decantándome por el plan B para la búsqueda, había dado con el plan A. La dueña debería estar cerca, dormida y gimiendo con onomatopeyas de amor. Yo le rescataría el habla y la norma. Shilss, brahms, lurshss, phlop, zehip, hungarff, etch. Onomatopeyas de inminente encuentro. Estábamos cerca, tan cerca de ella que sí, allí estaba ella dormida, hendida de sueño, tendida y ahora a punto de ser atendida por mí.

-Como Pepito Grillo que soy pero ahora solo como camarero suyo en Irma la Dulce, le aconsejo que cuando la bese no haga muac, destruiría los planes A y B. Tómese este licor de granadina ajada por los viajes sin sentido al que he añadido alcohol de higuera verdal con unas gotas de hache intercalada clarividente, por lo tanto eficaz, mi querido gendarme Néstor Patou. Actúe a su manera, despiértela y hágale hablar.

- Oh, cuhántas horas hendida, tendidah yh ahora hatendida phor husted. Hágame ahora  huna y hotra vhez caher enh  hidromurias.

-Hola Evohé. Mihamor.

 


Evohé

 

 

 

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